No es
extraño pues comienzan los paseos, el sol, vientos con motas de polvo en
suspensión, pólenes, bichillos.
Se
sabe que los problemas alérgicos, sean estos graves o leves, son fuente
de irritaciones conjuntivales, y no hay nada que provoque más alergias
que la primavera.
En esta estación proliferan numerosos insectos
parasitarios de sobra conocidos (pulgas, garrapatas, piojos, mosquitos,
lombrices…) además de ser las fechas en las que la atmósfera transporta
mayor cantidad de pólenes, diversos y variados.
El
ojo es asiento de infecciones por bacterias y virus (estos últimos
provocan muchas inflamaciones corneales en los gatos sobre todo) da
igual la época del año que consideremos; no obstante las infecciones de
las organelas oculares se incrementan en número e intensidad si
exponemos al ojo a sol, vientos y agentes alergénicos.
EL OJO ROJO
Forma descriptiva de resumir en un primer golpe de vista, el problema que tenemos entre manos.
El
veterinario atiende un “ojo rojo” cuando el paciente muestra las
conjuntivas irritadas, la córnea inflamada con o sin soluciones de
continuidad en ella, la vascularización (venillas) de esclerótica y
córnea engrosada, portando más sangre y, sobre todo por ser muy
importante, nuestro animal nos demuestra un dolor intenso que incluso le
lleva a guiñar “el” o “los” ojos afectados.
EXÁMEN OCULAR BÁSICO
Debemos
conseguir determinar que partes del ojo están afectadas para conocer la
raíz o causa de la lesión siempre que sea posible.
En
ocasiones el causante del problema salta a la vista, nunca mejor dicho,
como cuando lo que provoca las tremendas molestias es una espiguilla de
cereal que nos está “mirando” cuando enfocamos con el oftalmoscopio o una simple luz directa; agazapada en un costado del globo ocular.
En
otras circunstancias se hace necesaria la utilización de elementos
diagnósticos que nos ayuden a establecer la gravedad de las lesiones, y
sus orígenes con la mayor seguridad.
La
primera exploración visual, sin luz directa, nos ayudará a situar la
lesión, si ésta influye o no en el propio globo ocular o por contra sólo
afecta a estructuras anejas tales como párpados, conjuntiva parietal o
pestañas.
Si afecta a globo ocular veremos si tiene que ver con un proceso ulcerativo de córnea, si hay o no secreciones purulentas, si parece existir o no posibilidad de disminución de cantidad o calidad lagrimal…
Con
una luz directa nos aseguramos de que el iris funciona correctamente,
si hay buena contracción pupilar al estimular el ojo con el haz de luz o
por el contrario no hay buena respuesta y la pupila se observa más
grande o más pequeña de lo esperable. Además tomamos nota de la forma
del propio iris y de si la opacidad de la córnea y de la cámara anterior
del ojo está dentro de la normalidad.
Es
muy conveniente que nos aseguremos de que el ojo está correctamente
bañado por la película lagrimal, si hay suficiente cantidad de lágrima o
no la hay. Para conseguirlo nos valemos de tiras milimetradas de papel
absorbente que apoyamos sobre el saco conjuntival del animal, son las tiras de Schirmer
La
integridad del epitelio corneal, del “cristal del ojo” propiamente
dicho, la pondremos a prueba con tinciones específicas de la córnea: una
gota de fluoresceína o rosa de bengala nos
pondrá de manifiesto una heridilla o úlcera en la córnea que deberemos
tratar con el máximo cuidado para que no cause graves defectos en las
estructuras del ojo.
La
presión intra-ocular, lo que conocemos como “tensión en los ojos”, nos
desvelará si los fluidos de dentro del ojo se producen o drenan con
alguna dificultad y existiera peligro de pérdida de funcionalidad del
órgano.
El
ojo es un todo, con numerosas partes, con numerosas causas de
malfuncionamiento, pero cuyo examen nos procurará una visión de conjunto
que, en primer lugar establecerá un diagnóstico del problema, en
segundo lugar hará posible un diseño del tratamiento y por último dará
un pronóstico orientativo del restablecimiento de nuestro animal.
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